No pudiendo alejarme de lo diario, rodeada de lo mismo todo el tiempo se puede enloquecer aún más.
Y ahí estaba yo, donde siempre pero más lejos: mi llanto, un libro, mi perro, algo que comer, a la luz de una vela. Y después, la tranquilidad. Llamarla y que note algo malo en mi tono de voz. Intentando ahora ver la vida más linda con mis ojos nuevos. La calidez de las luces. Los relámpagos afuera, cómo todo se iluminaba y oscurecía. El sonido de un final; un poco sufriendo, otro poco disfrutando. La frustración y a la vez la calma.
Y volvía a llover más fuerte y el calor me pesaba más en el cuerpo. Mi cabeza aturdida buscando su lugar o un lugar al menos. Ya el tiempo llevaba la música consigo.