La dulzura y la extraña sensación de sentir algo de amor en esos besos. No hablo de confundirlos con verdadero amor, pero sí disfrutarlos como si lo fueran. También las miradas, las caricias, las manos, las risas. Esos abrazos que semejaban ser infinitos, caminando de la mano. Pienso, alguien me cuida...seguí sorprendiéndome con tus labios en la comisura de mi boca, no me voy a cansar y voy a devolverte la sonrisa. Esto formaba parte de aquella mentira creada de a dos, actuábamos una de las escenas de la gran obra. Yo comiéndome al personaje para después escupirlo.
Dormir, soñar y al despertar ver que todo sigue intacto, nadie presionó el botón del cambio. Nadie me apagó, nadie me prendió. Sólo recuerdos que van mejorando o empeorando con el tiempo, modificándose a medida del estado de ánimo propio del momento. Sé bien lo que quiero que permanezca vivo, las historias que me invento, todo, parte de mí. No esperar su vuelta, ni la repetición es lo que lo hace bueno. Todo va y viene.